martes, 24 de diciembre de 2013

Moscatel y rosquillas


   
     Atardecía y a María le empezaba a invadir el temor por el estado de su cuerpo. No lo aparentaba, pero José también estaba preocupado. Tenían que llegar a tiempo o no encontrarían nada abierto. Y así fue. Por las horas que eran, nadie quiso hacerse cargo de aquella situación; todos desconfiaron. Yo también lo hubiera hecho muy probablemente. Pero María era especial, José no podía permitir que se sintiese atemorizada. Él tenía un papel muy importante que cumplir aquella noche. No sabía qué decir, ni sabía qué hacer en esos momentos de extrema dificultad. ¿Cuáles eran las palabras que tantas veces imaginó decirle a María? José por dentro se lamentaba de no haber memorizado aquella retahíla de enamoradas palabras con las que siempre se dormía pensando en María. Qué bien que le vendrían en estos momentos para animar y tranquilizar a María… Pero la magia de aquella noche le ayudó, no con las palabras, sino con el corazón. Toda la energía de la Tierra se concentró en aquella unidad y hasta el punto que les llegó a cambiar la respiración. Qué poderosa es la energía del amor... José abrazó a María, de manera que pudieran ver el mayor pedazo de cielo, el cual esa noche era el más hermoso de toda la eternidad. Las estrellas parecían haberse colocado en la cúpula como para acoger y cobijar a la asustada pareja. El viento cesó; María no estaba bien, pero ya estaba tranquila. José y las estrellas le acompañaban. Su salud no era buena. La tensión tan baja le hacía no tener plena consciencia de su entorno, pero era feliz porque esa noche se sentía rica y afortunada, aun no teniendo nada. Ninguno de los dos se acordaba de su hogar desahuciado. Ni José ni María recordaban hipotecas, préstamos, deudas ni vencimientos. Ninguno sentía desdicha por haber sido ayudados por la caridad. Aquella noche no había amargura, y entre los coches no había ruido, sino esperanza. La anemia de María humanizaba a las vecinas, que poco a poco se asomaban conmovidas por la estampa. Algunas de ellas le acercaron, sin mediar palabra, rosquillos y caramelos, y una de ellas un vasito de moscatel, hasta que llegó el SAMUR. Un médico, un DUE y un auxiliar bajaron de la ambulancia, acariciaron a María y le ofrecieron agua glucosada. Le inyectaron una solución de cloruro sódico y le pusieron pomada en sus labios deshidratados. Las luces parpadeantes y el pequeño tumulto hicieron centrar la atención de cualquier punto visible en aquel improvisado campamento que parecía un hermoso escaparate de caridad, pero ninguno de los de aquella estampa era consciente. Todos sintieron compasión. José agradeció con todas las fuerzas de su corazón el cariño de los que miraban, y el aliento de una bombona con oxígeno reconfortó a María. Cuando la ambulancia se marchó, los que allí estaban se miraron y empezaron a hablar entre ellos. Muchos vecinos no se habían hablado nunca, pero comentaban el acontecimiento y se estremecían con ternura con la historia de José y María.

        Al día siguiente hubo vecinas que fueron a comprar moscatel y rosquillas.

lunes, 4 de noviembre de 2013

La Creación de la belleza

              Estaba Dios en sus dominios, después de crear, en mitad de unas tierras pobres pero inmensas. Era un paisaje aún tétrico, con luz difusa donde no se podía ver más allá de diez pasos, y el paisaje acababa donde nuestra imaginación pueda dar de sí. En aquella tierra había un árbol muy grande y muy viejo, de largas y gruesas ramas. Si mirabas el árbol desde diferentes vistas parecía un árbol distinto. Dios quiso que esa fuera su casa, el lugar desde el que gobernaría todo y cuanto existiese.

              Tras despertar de un largo sueño, Dios alejó las nieblas y creó un gran bosque de grandes, altos y frondosos árboles, todos diferentes al suyo. Puso animales en el bosque y peces en el agua. Al cabo de un tiempo, aquel paisaje nada se parecía al de antes. Dios empezaba a dar sentido a sus presentimientos, pero le faltaba consumar su obra, la cual, igual de bella como delicada, debía ser custodiada, contemplada y disfrutada por una especie con capacidad de razonamiento; y creó al hombre. Pudo entonces Dios regresar tranquilo a su árbol, el cual era el más hermoso de todo el bosque, a pesar de ser viejo y castigado. Pero antes de descansar quiso hacer un reglamento, unas leyes que se cumplieran para establecer la frontera entre lo terrenal y lo divino. Quiso Dios que los mejores frutos de la creación estuvieran en la copa de su árbol, y que a esos frutos sólo tuvieran acceso los sentimientos de las personas, aquellos que ni se ven ni se tocan. Sólo las almas de los hombres y animales podían tomar ese tesoro cuando se liberasen de su cuerpo. Como para subir a las ramas hay que acceder por el tronco, quiso Dios que precisamente en el tronco los seres depositaran sus acciones en el suelo, de forma que las buenas obras sirviesen de peldaños para escalar a la copa del árbol.

              La sintonía entre las especies y los elementos era maravillosa. Apreciar ese armonioso trascurso del tiempo era un regalo para los ojos de las almas puras, y muchas almas puras conformaban el día a día en ese bosque tan único.

              Un día, un hombre estaba caminando por el bosque y dio con la casa de Dios. Tanto le fascinó su hogar que quiso hacerse una casa como la suya. Taló un árbol y con su madera fabricó una casa. Los demás hombres, al ver la casa del otro hombre, también quisieron tener una casa, y todos los hombres talaron árboles y construyeron casas, cada una más grande que la del otro. Y al cabo de no mucho tiempo ya no quedaban árboles en el bosque. Al no haber sombras, muchos animales murieron, y conseguir comida fue un suplicio. Tanto es así que mucha gente murió de hambre. Sus casas inhabitadas fueron robadas y saqueadas por los codiciosos hombres que querían poseer más propiedad que los demás. Ese poder hizo que los hombres se mataran los unos a los otros. Querían todos conseguir la totalidad de cuanto les rodeaba. Y al final un solo hombre lo consiguió. Sólo uno que alcanzó la tranquilidad de pensar que todo era suyo.


              Para disfrutar de su éxito se retiró a meditar. En lo que era el lecho de un río se sentó y se quedó tranquilo. Miró a su alrededor, pero no escuchó nada. Ni una criatura, ni agua, ni árboles ni viento. No se oía nada. El silencio le acuchilló el pecho, y ni una sola gota de sangre se derramó de su cuerpo. El hombre lloró de dolor, y su llanto fue la única explosión de sonido que inundó el desolado paisaje. Vagó durante mucho tiempo, y en su camino halló el viejo árbol donde habitaba Dios. Se sentó en sus raíces y gimió largo tiempo. De repente dejó de llorar. Algo estaba pasando. El hombre estaba escuchando algo, una cosa rara, y venía de arriba. Era como una bella percusión en la madera del árbol, una melodía triste que salía como de las ramas. Lágrimas caían de sus ojos, pero no gemía. Sólo buscaba el origen de ese sonido. Intentó trepar por el grueso tronco del árbol, cuando sus ojos se clavaron en la copa del árbol. Su cuerpo casi no pesaba. Se sentía como un pájaro. Empezó a averiguar el origen de esa melodía. La música la originaban las ramas que movían las almas que querían ayudarle. Era la única comunicación de los hombres podían tener con el solitario vagabundo, pero cuyos sentimientos de codicia, avaricia y envidia antes le impedían escuchar. Miles de sonidos conformaron, pues, la sinfonía patética, y aquello sirvió al hombre para darse cuenta de su error y enmendarlo. Así pues, ese hombre descubrió sentimientos como el amor, la alegría, las emociones y un sinfín de valores que le hicieron reír, disfrutar, cantar y crear hermosas melodías.

              Dios vio cómo la música, pues, se convertía en la conexión entre los hombres vivos y los que habían dejado su cuerpo para comer de las frutas de la casa de Dios. Lo permitió y quiso que así fuese para toda la eternidad.

Ama lo que escuchas a tu alrededor,
y si aún así no eres feliz, canta más fuerte

viernes, 18 de octubre de 2013

De tópicos taurómacos




Abordar este tema tan delicado es complejo. Lo es porque defender esta tradición es igual de incomprensible para el detractor como incomprensible es para el que lo defiende la opinión de que la tauromaquia es un vestigio de una cultura que ya no ayuda a la evolución del ser humano. En éste, como en tantos otros aspectos, conseguiremos mucho si todos ejercitamos la empatía con el que piensa lo contrario. Y el respeto es lo primero.

Todo el que me conozca sabe que soy un opositor de la tauromaquia, y los más cercanos a mí saben que cuando en mi vida se cruza la tauromaquia en muchas ocasiones me llego a poner violento por dentro. Sí, esa sensación de ira y de ansiedad es la que siento cuando veo sufrimiento en un animal. No puedo evitar el deseo de venganza del animal hacia su verdugo, y tampoco puedo evitar celebrar el triunfo del toro sobre el torero. Y sé que eso no está bien. Pero hay otra intuición que me hace tener prudencia. Prudencia porque yo realmente creo que una persona cuando hace una cosa puede que crea que está haciendo bien las cosas. Y quiero pensar que el torero y el aficionado al toreo tienen sus razones para formar parte de eso. Hay que empatizar, repito. Me gustaría que un torero hablara conmigo para poder mostrarnos nuestras diferencias acerca de la tauromaquia. Hasta ahora he hablado con aficionados, pero no sé si yo no he sabido tener empatía o realmente la otra persona estaba cegada por el fanatismo, ya que ninguno de los dos nos convencimos de nada nuevo. Me gustaría poder hacer un decálogo de los principales tópicos que emplean los que apoyan la tauromaquia y el lógico rebatimiento de los mismos, porque por más vueltas que le doy, no me queda otra que mantenerme en mis trece.

"La tauromaquia es una tradición ancestral arraigada a nuestra propia identidad cultural" es un recurso que suele estar en boca del que quiere justificar la tauromaquia "porque siempre se ha hecho". Pero hay otra verdad antropológica, que es que en muchos núcleos culturales se ha dominado a los animales por mera demostración de supremacía del hombre respecto a la naturaleza. No hay un móvil de supervivencia, sino un rito que implica el sufrimiento gratuito del animal, con el que la sociedad se reúne, forma parte del espectáculo, se relaciona y lo llama tradición. Lo seguimos viendo hoy en día, y fuera de nuestra cultura. Y nos escandalizamos. ¿O me vas a decir, aficionado a la barbarie taurina, que no te has rasgado las vestiduras cuando has visto imágenes de las masivas matanzas de focas a palos en Alaska, o la de los delfines en Noruega? ¿O acaso ves bien las peleas de perros o de gallos en muchos países latinos? O dime tu opinión acerca del espectáculo que miles de personas podían ver varias veces al día en el gran Circo Romano… Y antes de opinar déjame recordarte que todas esas culturas no tienen menos argumentos que tú cuando aluden a la tradición y al arraigo cultural para defender su causa. Sin embargo hay culturas que han evolucionado y han ido suprimiendo esas alternativas de ocio gracias a una inercia evolutiva. ¡Y nosotros necesitamos inercia!

"Los toros son animales que se matan como se matan cerdos, vacas y pollos para el consumo humano", pero se le olvida al que dice esto que en el caso de los cerdos, vacas y pollos no se vende el sacrificio como si fuera un show que mueve millones de euros. Y también se le olvida que con el beneplácito de la sociedad, el sacrificio de animales está legislado, de forma que en los mataderos se procede a dar muerte al animal de forma lo más rápida, eficaz y respetuosa con la finalidad de que no sufra (otra cosa es cómo en la realidad algunos mataderos se saltan sutilmente esos medios) Yo no me opongo al consumo de vacuno en nuestra sociedad. Me opongo a que previo al sacrificio haya tres días de estrés, horas de angustia y veinte minutos de humillación, sufrimiento y agonía para el animal, y me opongo a que nuestra cultura nos permita disfrutar con ese espectáculo de forma gratuita para nuestra conciencia.

"La tauromaquia es un arte que el antitaurino no entiende". Si de algo estoy harto hoy en día es de que cualquier cosa se puede considerar “arte”. Invito a un aficionado a la tauromaquia a que se venga conmigo al Museo del Objeto Encontrado que tenemos en Cuenca, o que vayamos a Nueva York a ver mierdas dentro de un frasco para que se den cuenta de que eso del arte en muchos casos es demasiado subjetivo. Yo entiendo que un torero tenga que trabajar unos movimientos para conseguir un efecto determinado en el capote cuando el toro embiste. Entiendo que haya analogías con el baile, la danza, el movimiento... Y reconozco que son bellas. Reconozco que se persiga la calidad en los diversos pases taurinos, y valoro la importancia del entorno de la tauromaquia y su influencia en nuestra cultura. Me encantan los pasodobles y las coplas que se han escrito gracias a la tauromaquia. Considero que las artes plásticas han sabido ensalzar la tauromaquia para conseguir obras bellas. Pero fotografías bellas las hay de guerras y de catástrofes, y no justifican las guerras y las catástrofes. En eso consiste en parte el arte, en hacer algo bello que no lo es tanto cuando no se ha manipulado. Se manipula para embellecer. Se crea para obtener algo bello, agradable o sensacional. Pero mi sentido común me hace que la propia tauromaquia no sea una manifestación artística en sí, y no es arte porque se logra a pesar de algo cruel y bárbaro. El fin aquí no justifica los medios. Hay que sacar la balanza nuevamente y sopesar ese fin y esos medios.

Lo que ha conseguido nuestra cultura y nuestra tradición es, en el caso de la tauromaquia, sobrevalorar arriesgadas danzas por encima del sufrimiento de un animal. Mi conciencia me impide disfrutar de esa épica a la que muchos claman, cuando se generan gracias al desesperado embiste de un animal que se quiere defender. ¿Qué precio tiene la dignidad de un animal? ¿15 euros? ¿Y el precio de la dignidad humana? ¿Es acaso el precio la denominación de arte? Barata se vende, pues, nuestra dignidad, cuando hay exposiciones de mierdas enfrascadas.

"El animal no sufre. Su cerebro, por el estrés, segrega endorfinas que le hacen soportar el dolor". Uy, el toro se lo pasa de bien… Decir que el toro no sufre es una afirmación que me pone muy furioso. Es una de las que más furioso me ponen. Lo primero porque es falso. Los veterinarios (taurinos) que así lo crean y lo digan pueden mostrar sus discrepancias con el resto de su comunidad mundial de colegas, los cuales les tratarán, muy posiblemente, como el puñetero clásico cateto estereotipado español de los que muchos creen que en España abundan. Decir que el toro no sufre, y encima darle un cariz técnico y biológico es una temeridad cuando se lo dices a alguien que al menos sepa leer. Pensar que el animal no sufre cuesta mucho creer cuando se mira una corrida de toros, en la que ves como el toro está totalmente fuera de sí, en la que muchas veces, previamente a la muerte, el toro no puede con su alma. Si se arrodilla significa que el toro es un débil y no tiene "honor". Pensar que, después de la estocada fatal, cuando el toro intenta buscar una salida, dándose por vencido, tambaleándose, el toro no sufre, es una falta de respeto a la inteligencia común y a la sensibilidad humana. Lamento si a alguien le falto el respeto. Le suplico que lo piense y lo recapacite.

Lo segundo por lo que me pone furioso esa afirmación es porque, si fuera verdad, estaríamos justificando la tortura de un animal porque “siente menos dolor”. Mi conciencia está sana porque hay un rumor que dice que el toro no sufre, que su fortaleza es tan grande que las puntadas, banderillas y estocadas son ínfimas para el animal, de la misma forma que lo es el fuego en sus cuernos cuando los soltamos por las calles para que unos corran, o apenas sienten dolor cuando los acribillamos con lanzas, dardos o espadas. Hay alguien que dice que no sienten dolor, y eso es justo lo que yo quiero escuchar para justificar mi diversión con la barbarie.

"Si no fuera por la tauromaquia, el toro de lidia se extingue". Me encanta este argumento. ¿Has pensado en dejar en libertad al animal? –No, es que no se puede dejar libre porque requiere de muchos cuidados… -Bien, entonces tú estás manipulando su estado natural. Si el toro no puede mantenerse tal cual lo vemos en la plaza significa que lo estás manipulando. Y lo estás haciendo con la finalidad de darle muerte en el ruedo a través de un agónico espectáculo. El toro no se extinguiría. El toro sería distinto a como lo vemos en la plaza, de la misma forma que la anatomía de los cerdos y los pollos no es la misma en los criaderos que en libertad. Los cerdos y los pollos son más baratos de mantener, y la finalidad de mantenerlos así es para el consumo nuestro, no para vender un espectáculo gracias a su tortura. El toro de lidia es para la lidia, y la lidia no es natural. ¿O tanta es nuestra supremacía que nos creemos creadores de una especie nueva? No señores; nosotros no creamos. Nosotros manipulamos.

"El toro bravo merece vivir y morir como bravo". Y me quedo más ancho que largo. Sí señor. Yo le impongo esa condición. Hubo un momento en el que a alguien se le ocurrió que el toro, como es bravo, tenía que morir sufriendo a manos del hombre. Oye, hay animales más bravos (y más listos) que el toro de lidia. Si lo que queremos es espectáculo, toreemos a un leopardo. Si el bicho tiene hambre yo garantizo que habrá más espectáculo. Lo que pasa es que dudo que en la lucha entre hombre y el leopardo siempre ganen los mismos. ¡Mejor, más diversidad! ¿El leopardo no merece vivir y morir como bravo? ¿Todo lo que sea bravo merece morir torturado? Creo que no se torean leopardos, leones, orcas o tiburones porque son algo más difíciles de engañar que a los toros. ¿Cómo merecemos vivir y morir nosotros? Yo creo que, al menos, con un poquito más de dignidad.

"El toro vive muy bien y está muy bien cuidado", y yo no lo discuto. ¿Se cuida tanto al toro por amor al toro o por darle emoción al espectáculo de su tortura? Porque ese argumento se echa por tierra si la finalidad no es amar al toro. El toro tiene que llegar fuerte a su "espectáculo", y poco a poco se evoluciona artificialmente a la raza para conseguir la máxima intensidad durante 15 minutos de tortura. –No, si el ganadero ama al toro, y lo cría como si fuera parte de su vida. –Ah, pues yo pienso que existe un conflicto emocional en esa persona, cuando permite que "el amor de su vida" sea torturado y asesinado con sufrimiento para el deleite de una masa que mira. De verdad que es incomprensible esa forma de amar al animal. ¿O no estará el fanatismo detrás de ese impulso amoroso? ¿Se cuidaría tanto a los animales si no hubiera detrás un interés económico tan grande que lo mantuviese? Evidentemente no, por lo que esa épica del ganadero carece de sentido.

"Toda la comunidad taurina muestra respeto y admiración por el toro, y hay una mayoría ecologista entre los que se consideran taurinos", pero eso es algo incomprensible para el que no es taurino, ya que hay una gran contradicción. El taurino considera una excepción del ecologismo la tauromaquia, porque en su argumentario pesa más la romántica idea preconcebida de la lidia que la defensa de los animales. Se nos inyecta la nobleza del toro como un adalid de la épica; historia con la que cubrimos de seda cual arlequín (a mis ojos, claro) un acontecimiento igual de ridículo como vergonzoso. Creamos un ritual y nos atrevemos a otorgarle un manual de buena praxis que corre de generación en generación, y que sirve para determinar si es buen arte o no templar, mandar o burlar al toro. Se valen de una vieja fórmula para obtener el éxito, y es precisamente el ridículo evidente de algo que es secundario para esconder el ridículo de otra cosa que no interesa ridiculizar. Por eso el torero va vestido como un maricón disfrazado de mal gusto, y por disfrazar, hasta disfraza sus armas con colorines que se clavan en el lomo del toro como si fueran flores. Maldita hipocresía… Vender su virilidad dentro de la plaza para conseguirla fuera… Ay, las coplas… tan hermosas como absurdas son muchas de sus letras. ¡Antoñita Moreno… Qué tienen tus ojos que me enamoran! Pues mierdas en un frasco.

Como dije antes; que se pregunten los taurinos acerca de otras manifestaciones de otras culturas que impliquen sufrimiento gratuito de algún animal. Vamos a ver; ¡si nosotros mismos hemos abolido la tradición de tirar cabras por los campanarios...! Oiga, y también era una tradición ancestral cuyos argumentos también eran históricos, culturales y humanísticos. Pero nuestro sentido común ha seguido una tendencia respetuosa con los animales, y algo que hace 25 años era algo normal, ahora lo vemos como algo bárbaro. ¿Qué diferencia puede haber? Sí, una corrida de toros tiene más pompa y más parafernalia. Pero ello lo hemos impuesto nosotros. Nosotros hemos impuesto una falsa "lucha" entre el toro y el hombre que yo no sé a qué se debe. Nosotros hemos obligado al toro a luchar en nuestra casa, empleando herramientas de tortura y emulando un cara a cara que es real cuando el hombre va ganando al toro, pero que enseguida se prostituye cuando las cosas van mal; te escondes en el burladero, te socorren… Si de verdad existiese esa lucha entre el toro y el hombre, enfréntate a él en igualdad de condiciones. No hagas trampas. No lo marees antes ni lo aturdas. No te rodees de una masa que te alienta. No emplees armas ni fabriques escondrijos. Deja que otros toros contemplen la pelea. Lucha en el campo abierto. No. No conviene, porque si el toro tuviera raciocinio enseguida se daría cuenta de que realmente eres un cobarde. Bueno, qué digo; si el toro tuviera raciocinio se daría media vuelta porque no tendría necesidad de luchar contigo. Y es más; el toro, sin tener raciocinio, se daría la media vuelta para no luchar contra ti si pudiera. Pero no le dejas. Lo vuelves bravo y lo obligas a luchar. En el ruedo simplemente se defiende de tu ataque. Tú dices que es una lucha entre dos. El toro no dice nada, pero probablemente piense que no tiene necesidad de enfrentarse a ti. Ignorante. Cobarde.

"La tauromaquia cuenta con el apoyo de la mayoría de la sociedad". ¿Estáis seguros? Que en los Sanfermines la ciudad se llene de gente ¿significa que apoyen la tauromaquia? Siempre he criticado a la gente que encuentra fiesta y diversión sin reparar en qué es lo que genera esa fiesta. Es una carencia que tenemos mucha gente. La tauromaquia se vale de estas fiestas para engordar sus estadísticas y defender su causa. Pero si de verdad tuviéramos verdadera conciencia de que eso es así, trataríamos de buscar la fiesta y la diversión donde la finalidad no entre en conflicto con nuestros principios, pienso. ¿Realmente no se nota una decadencia en el público que va a las corridas de toros? Y eso que se están reduciendo los importes de las entradas… ¿Realmente existe una demanda real de telespectadores como para que televisen los toros? No. No existe. Y precisamente se rebajan los precios de las entradas y se televisan los toros para regenerar un apoyo a la tauromaquia que se está perdiendo. La gente somos cada vez más independientes en algunos aspectos, y eso no le interesa a una gran parte de los que tienen el poder. A ellos les interesa mantener la tauromaquia, a pesar del sufrimiento de los animales.

"La tauromaquia mantiene un importante sector económico y laboral". Eso sí es cierto, pero ¿es razón como para mantener algo cruel? Es decir: si yo monto una parafernalia para despellejar perros vivos y conscientes, y soy capaz de crear un vínculo en la sociedad alrededor del despelleje tal que la sociedad obtenga diversión y esparcimiento, y encima creo muchos puestos de empleo, ¿me legitima para desarrollar la "despellejemaquia"? ¿Crees que es necesaria la tauromaquia en la sociedad que se divierte tirándose tomates? Igual de absurdo me parece, pero el tomate no sufre, ni con ello se enriquecen los cuatro gatos de siempre. Abramos los ojos.

Intentemos transformar la tauromaquia y vamos a emplear los recursos para algo bueno. Es decir: el dueño de la plaza de toros puede aprovechar el espacio para crear cines, salas de conciertos o teatros, espacios de los cuales carecemos. Los apoderados taurinos se pueden convertir en promotores culturales. Que no sufran por su virilidad; el resto del mundo funciona así. Y en muchos sitios la virilidad va ligada al éxito personal y profesional, no a la sangre fría para torturar y matar animales. Eso era antes, cuando hacíamos fuego con dos piedras. Que no tema el mundo de la tauromaquia en conocer algo más allá de la tauromaquia. Hay alternativas. Y ¿sabéis qué? Hay millones de jóvenes esperando esas alternativas. En vuestras manos está dar ese paso evolutivo. Haced sentir orgulloso a Darwin. ¿Lo podemos, al menos, valorar y recapacitar? ¿A que no tenéis huevos?


domingo, 30 de junio de 2013

El cumpleaños

Sus amigos tenían videoconsolas y teléfonos inteligentes, y se pasaban hablando el día entero de las innovaciones que iban conociendo a través de plataformas y no se qué portales. Ellos dependían de una zona wifi y del dinero de sus padres, pero él disfrutaba con los juegos con los que aprendía a imaginar, solo, la mayoría de las veces, de la misma forma que disfrutan los niños en las películas.


Él lo sabía. Sabía que era especial porque no conocía a nadie que se divirtiera con las mismas cosas que él. A él le gustaban los circuitos de Scalextric, los patines y los juegos de mesa, pero sabía también que muchas personas veían sus entretenimientos como meros objetos curiosos, a los que respetan por lo que representaron, como si fueran reliquias, y que gustan conservar no porque disfruten con ellos, sino por querer formar parte de un infinito grupo de anónimos fetichistas que poseen algo, aunque sólo sea el ahelo de finjir divertirse con algo con lo que no se han divertido. Sí, él lo sabía. Pero no le importaba.



Un día, para el cumpleaños del más mayor de sus amigos, fueron a celebrarlo a un Burguer King que hay, cómo no, cerca de casa del cumpleañero, y como era de esperar, estuvieron todo el tiempo riéndose de las felicitaciones en forma de vídeos que la gente le había puesto en su perfil de Facebook. Evidentemente, ninguno de los amigos había hecho ninguno de esos vídeos. Era aburrido ver cómo uno tras otro, vídeos prefabricados de otras personas servían para entretener toda una santa tarde a seis críos. Bueno, a cinco, porque harto de sentirse como un pez fuera del agua, nuestro amigo abandonó el cumpleaños y se fue a su casa. Por el camino se detuvo en una tienda de los chinos, y vio en el escaparate un pedazo de bolsa gigante de canicas. Habría, al menos, doscientas o trescientas canicas ¡por seis euros! No lo dudó ni un segundo. El seductor brillo del vidrio esférico de cada una de las canicas y la sensación de multitud de opulentos tesoros encerrados en la bolsa transparente lo empujaron a pasar a comprarla. No tardó ni treinta segundos en salir del bazar, y queriéndose reservar por un par de minutos, en un semáforo en rojo no pudo contener sus ganas y se dispuso a abrir la bolsa. Estaba bien sellada, el embalaje era fuerte. Mordió la esquina superior de la bolsa y tiró fuerte. Tan fuerte tiró que la bolsa explotó de repente y millones y millones de canicas volaron, botaron y rebotaron por el cruce de la calle, por la acera, por las alcantarillas, por los coches, por los escaparates, y una cuarta dimensión de brillos y reflejos del último sol de la tarde sobre las canicas completaron el espectáculo de no más de cuarenta segundos. Los cuarenta mejores segundos de su vida.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Enhorabuena a nuestros jóvenes estudiantes


Enhorabuena a mis paisanos, jóvenes sanclementinos, por su discurso en el Parlamento Europeo el día de ayer. Mis más sinceras felicitaciones. Os doy las gracias porque Europa casi se lleva una idea equivocada de lo que es nuestro país. En los tiempos que corren tan difíciles para España, en los que los mercados no confían en nosotros, en los que la diplomacia española está enterrada en las cenizas de la incertidumbre, en los que nuestra sociedad sufre un éxodo de jóvenes con futuro hacia otros países que tienen dinero y educación, en tiempos en los que precisamente la educación es el descalabro no sólo de nuestro presente más inmediato, sino de nuestro futuro… salís a un púlpito con la misma facha con la que vais a una hamburguesería con los colegas, y despejáis todas las dudas sobre por qué España está como está. En el mismo metro cuadrado en el que François Miterrand pronunció su histórico discurso sobre los peligros de los nacionalismos, en el mismo espacio donde Durao Barroso propuso un proyecto para hacer una sóla nación europea, allí se presentan dos sanclementinos porque tienen algo que decir. Sí señor. En un inglés de preescolar, entre risas y con una inconsciencia intolerable, dais un discurso pleno, redondo. ¡Y encima decís de dónde sois! Pues sí, enhorabuena por ayudar a que Europa no se lleve una idea equivocada de lo que es España, repito. Casi vuelven a confiar en nosotros. Deberíais salir todas las semanas a dar discursos así para recordar a nuestros vecinos que en España no hay nada más que garrulos, gente sin futuro, jóvenes que sólo piensan en qué pub se van a gastar la paga de sus padres, los cuales deberían echarse a llorar al ver que lo más grande a lo que pueden llegar sus hijos es al Parlamento Europeo para decir “sajerao España”. Quizás debería dejar la ironía aparcada y tendría que decir que estoy en total de acuerdo con vosotros. Esto es “sajerao”, España, muy “sajerao”. Es “sajerao” que vuestro profesor de inglés os haya dejado hablar en inglés en este lugar. Es “sajerao” que el director de vuestro instituto haya consentido que vosotros, que no seréis con seguridad de lo más destacado del Torrente Pérez, nos representéis a los jóvenes de San Clemente, de Cuenca y de España, y sería “sajerao” que haya una sóla persona que se sintiera orgullosa de haberos visto en Youtube, en las redes sociales y en los medios de comunicación, en los cuales nos avergonzamos muchos conquenses y españoles de vuestras palabras.
 
Debéis saber que muchos jóvenes pagaríamos por tener la oportunidad que vosotros habéis tenido al ir a un sitio así y poder expresaros. Sois la envidia de muchos jóvenes que tenemos cosas que decir, ideas que aportar. Los políticos deben tener en cuenta nuestra opinión. Nuestros vecinos deben escuchar la voz de una España que quiere remontar y ocupar el sitio que se merece. En España hay jóvenes preparados, hay talento y muchas ganas de proponer. Pero también hay mucho gañán. No sabéis lo que me duele que vosotros seáis del segundo grupo, el de los gañanes. Payasos que no tienen nada que aportar más que una payasada que ni si quiera es suya, sino que es de un programa de televisión que no voy a poner aquí por ser excesivamente cultural para mi blog. También debéis saber que los personajes a los que hay que rendir honor en discursos parlamentarios deberían ser otros, y no los personajillos de los reallity shows de mierda. Pero la culpa no es vuestra. Vosotros simplemente sois el producto de una educación pestilente, de un instituto de pacotilla, de risa, igual que su directiva, la cual nunca ha destacado por dar brillantez a sus alumnos. Vuestro director debe sentirse orgulloso de vosotros, y si no orgulloso, al menos identificado con vuestra educación.
Espero que vuestra conciencia os diga que lo que habéis hecho no está bien. Ojalá la evidencia de vuestro error os haga recapacitar y os toméis en serio esto de la educación, del saber estar, del conocer y del hacer algo por los demás. Aunque sólo sea para que cuando volváis al Parlamento Europeo tengáis algo más interesante que decir.