jueves, 4 de octubre de 2012

Réplica a una carta de un "español por accidente"

El ambiente está caldeado, y no faltan razones para ello. No seré yo quien defienda el hacer del jóven gobierno que tenemos. No lo haré, aunque haya gente que piense lo contrario. Que yo tape la boca a muchos que vocean con los ojos rojos no significa que yo justifique a nadie. Atravesamos una etapa muy compleja y todos somos vulnerables a todo tipo de estímulos. Lo que pasa es que nuestra vulnerabilidad es aprovechada por los artistas de la difamación y el despiste. Como una gangrena, el virus se transmite por los miembros afines, y la sangre corre con mayor celeridad y fluidez por los que comparten dichas afinidades en la política y en los catálogos que siempre he criticado (también en El Grano de Arena Azul) Todos los días me llevo sorpresas cuando miro las redes sociales, porque veo realmente lo que piensa la gente que conozco pero desde otro prisma. Podemos conocer a las personas mejor cuando están sentadas sólas en sus casas y escriben (como yo ahora mismo), y es ahí cuando afloran cosas desde lo más profundo de nuestros pensamientos. Me da mucha rabia porque muchas veces los pensamientos se encuentran a distinta profundidad de nuestra inteligencia, y es curioso ver como a menudo no hay galerías que comuniquen nuestra inteligencia y nuestro pensamiento. Pues hay que abrir esas galerías. Yo pondré mi grano de arena.
 
Soy muy crítico con aquellos que salen a la calle a protestar con el único propósito de la venganza, la revancha o simplemente para aliviar sus impulsos de odio contra quien es diferente de sí mismo. Es verdad esto que digo, y cada vez me lo tengo más demostrado. Como ovejos, la gente aplaude masivamente a los que emplean su don de gentes y su charlatanería para crearse sus ejércitos de mangurrianes que les ayudan a salir en los periódicos. Da igual que sea robando supermercados, mintiendo sobre nuestra historia o creando alarmas en una sociedad que lo que menos necesita en estos momentos es alarmismo. Todo sea por san Oportunismo. "Dime de lo que presumes y te diré de qué careces" es un dicho que les viene muy al pelo a los que hablan de libertad, de amor o de tolerancia empleando dibujos de una revolución violenta, frases de odio, o caminan con la actitud del soldado que ha perdido su primera batalla y se prepara para la revancha. Así son los mensajes de colectivos del tipo de Democracia Real Ya, Ciudadanos por la República o Anonymous. Del palo de estas artes he descubierto algo realmente interesante. Es el escrito de un tal Julio Ortega, el cual describe con extrema sutileza sus motivos por los cuales nuestro país le da ganas de vomitar. Ha tenido relativo éxito, ya que este tipo aúna muchos de los argumentos que luego los ovejos que antes comentaba enarbolan hasta lo más alto de sus chabolas de ignorancia. Voy a poner algunos de ellos para contraponerlos a los argumentos que yo tengo para poder decir que he nacido en un buen país.
 
Julio dice que es "Español en la tierra donde se le rinde pleitesía a un monarca que reina por decreto de un dictador...", pero se le olvida a Julio que el monarca que reina figura en nuestro país es una condición de una monarquía parlamentaria, sistema político que se aprobó junto a la Constitución Española por un 88% de la población española (mejor dicho, de los votantes, que al ser referéndum y optar al sí o al no, sí que representan a la totalidad de la población) Puede no estar de acuerdo. Es libre para ello, pero jamás podrá decir que no es legítimo, ya que la Monarquía Parlamentaria fue el sistema que eligió nuestro país. Que tampoco se le olvide a Julio que elaborar la Constitución supuso un esfuerzo titánico para pasar página a una época muy oscura de nuestra historia, y gracias a la Constitución nuestros abuelos pudieron morir algo más tranquilos, ya que los odios quedaron sepultados en el cieno. No seamos desenterradores y vamos a preocuparnos un poquito más en mirar hacia el futuro con esperanza, tratando de construir, y no de destruir. Hay que ponerse el disfraz de la sonrisa y no el del enfado. Se consigue más. Lo prometo.
 
Julio dice que es "Español donde se le arroja al obrero a la pobreza, se le niega la limosna de la prestación, se le sanciona por buscar en los contenedores de basura, y se prohíbe que los supermercados distribuyan los alimentos que ya no les sirven", y no se da cuenta de que con esas afirmaciones es partícipe de que la confusión sea el factor que día a día alimenta el odio, el inconformismo metódico e irracional, la negativa sistemática y la agitación que llevan a cabo quienes tienen poca educación. En contra de lo que Julio dice, yo sí me siento orgulloso de ser un ciudadano del país más solidario del planeta, el que más ayuda humanitaria ofrece a los que lo necesitan, el país que más transplantes realiza del mundo o uno de los que más reciclan. Pero estos verdaderos motivos de orgullo para España son tapados por los malos indicativos, y resulta que muchísimos de éstos incluso son mentira, ya que nuestro desparpajo y arrogancia hacen que nadie verifique las cosas que los más dicharacheros colocan en el lugar y momento más oportunos. Me resulta muy difícil creer que alguien en España haya sido denunciado por buscar comida en la basura. Pero según cómo se diga y en qué momento se diga, puede hacerle creer al lector que en España se sanciona a los mendigos que rebuscan en los contenedores (en Valencia se denunció a una persona que buscaba ropa en un contenedor de ropa, pero se demostró que este tipo en cuestión tenía un puesto ambulante de ropa donde vendía la ropa usada que sisaba de los contenedores. Es distinto) A un tipo que busca comida en los contenedores se le puede impedir hacerlo, ya que ello supone un peligro contra la salubridad, y se le puede indicar que existen miles de centros donde se le ofrecerá comida por el precio de NADA (véase las casas de caridad, Cáritas o comedores sociales) Depende de cómo se digan las cosas, éstas tienen una intención u otra, e intuyo que Julio poco o nada pretende hacer para devolver el positivismo y la razón a una España que ahora mismo tiene veneno.
 
Julio dice que es "Español donde las pérdidas en los casinos desgravan, y los bancos reciben dinero público porque ya se les agotó el que robaron a los ciudadanos", alentando aún más a la confusión del que ya tiene reticencias con los ricos o los bancos, criminalizados sin compasión hasta la saciedad. Tiene bastante razones para meterse con los bancos. Yo siempre he dicho que son "negocios sanguijuela", pero es falso que los bancos reciben dinero público, o mejor dicho, debería puntualizar que el dinero público que reciben es de Europa, y que los bancos tienen la obligación de devolver hasta el último céntimo. Es que no es lo mismo. Y lo de que han robado a los ciudadanos... Sobre ésto tengo algo escrito en este mismo blog (http://elgranodearenaazul.blogspot.com.es/2011/11/de-bancos-e-hipotecasayyyy-senor.html), no lo volveré a repetir en esta entrada. Para el envenenado, un aliciente más para salir a la calle y vocear e insultar es que alguien le diga que los bancos reciben dinero de todos, pero quizás le tranquilizaría saber que las cosas no son como Julio, DRY u otros organismos afirman. Y tranquilidad es lo que necesitamos. Son tantas y tantas afirmaciones que nos confunden...

Intuyo que cuando Julio dice que es "Español en un País donde el Juez que imputa a un asesino es el delincuente, y el delincuente Presidente de Generalitat Valenciana es un hombre libre, o la Infanta una mujer por encima de la acción de la Justicia" se está refiriendo a Garzón, a Camps y a la Casa Real. Bueno, bueno, bueno. Puntualizar acerca de estas cuestiones y a estas alturas es como llover sobre mojado, pero quizás sea necesario volver a hacerlo, ya que conforme está la situación, es posible que todavía haya alguien que no se haya enterado. Garzón fue juzgado por un delito que cometió. De la misma forma que exigen que el Rey no goce de impunidad (curiosamente en el mismo párrafo que escribe Julio) también, para ser caval, debería sentirse orgulloso de que esa impunidad no se aplique a jueces y fiscales. Pues eso es lo que se ha hecho. Garzón violó un artículo de la Constitución y está pagando las consecuencias. Da igual lo que Garzón haya hecho anteriormente. Da igual todo. Nada exime debería eximir en este país a alguien de un delito. Excepto el Rey. El Rey está exento de ser juzgado. A mí no me parece bien. Si todos somos iguales somos iguales para todo. Pero la impunidad del Jefe del Estado estaba reflejada en la Constitución, y cuando la Constitución se aprobó casi con el 90% de la población española automáticamente se convierte en un objeto sagrado. Si estuvimos orgullosos de dar ese impresionante paso en el año 78, debemos ser consecuentes y sentirnos orgullosos ahora, incluso cuando las cosas no suceden conforme a nuestos ideales. Que no se les olvide a los que llevan banderas de tres colores a las manifestaciones y a los que lanzan piedras a uno de los sistemas políticos mejores del mundo.

Julio dice que es "Español donde para el fútbol cortan calles e instalan pantallas gigantes, mientras para las protestas de la gente reservan los porrazos y las pelotas de goma", y creo sinceramente que está buscando la confusión nuevamente ante el vulnerable. En España no se niega el derecho a manifestarse. Lo que se niega en España es el incumplimiento en las condiciones de la manifestación. Según el diario El Confidencial, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid cifra en 2.732 las manifestaciones que llevamos en el año en la capital. A ver en cuántas de ellas hay altercados. Si en España hay censura y falta de libertad, pues habría que analizar los datos y ver quién tiene razón. Libertad a manifestarse no significa manifestarse hasta que las cosas cambien, que es como algunos piensan. Manifestarse es juntarse para mostrar un manifiesto, y no es echar raíces en las calles y plazas de forma atemporal. Esa es la diferencia. Para que una manifestación sea legal tú tienes que pedir el permiso correspondiente (no por que haya una figura de poder supremo que te conceda o no el privilegio para manifestarte, sino porque hay que estudiar la viabilidad en el tráfico y en seguridad de acuerdo con unos factores como el motivo de la manifestación, el número estimado de manifestantes...) y es entonces cuando se te ponen unas condiciones que debes cumplir. Sí, condiciones, porque la ciudad es de todos y tú no puedes alterar libremente su configuración. Se te ponen unas pautas en cuanto al tiempo y a la forma, en cuanto que no puedes sobrepasar la libertad del resto de los ciudadanos. Si tienes tres horas para manifestarte, el sobrepasar ese horario supone que las autoridades devuelvan a las calles la normalidad que deberían tener. Por eso surgen los problemas cuando los cuatro exaltados de turno la arman al finalizar algunas manifestaciones de deternimado cariz (muchas de ellas también deportivas) ¿Se recibe a los protestantes con porrazos y pelotas de goma? Pues si lo que queremos es alentar el odio y la confusión, sí, en España la policía carga contra los manifestantes con violencia. Julio, no está bien cómo dices las cosas.

Julio dice que es "Español con un ministro de educación, cultura y deporte fascista, sádico, embustero y profundamente idiota, y con un Presidente igual de imbécil, mentiroso, cruel y déspota, pero con más responsabilidad todavía.". Los apelativos tan maduros y tan argumentados que le pones al ministro y a Rajoy dicen mucho de tus intenciones, Julio. En cualquier caso espero que con tu afirmación no pongas en tela de juicio al Gobierno, sino a los más de 10 millones de españoles que lo han respaldado. No sigo mucho las publicaciones de Julio, pero intentaré buscar cuál es la opinión que tiene acerca de otros ministros anteriores, tales como algún Ministro de Asuntos Exteriores que no sabe inglés, que sólo tiene el Bachillerato, Ministras de Sanidad que dicen que un feto no es un ser vivo o Ministras de Cultura que dicen "miembras". Voy a ver qué tiene publicado Julio sobre estos ministros.

Julio dice que es "Español en una nación de corruptos, criminales, brutos, siervos, alienados y meapilas [...] donde aquel que escapa de la relación anterior es perseguido y acosado, tachado de antisistema y terrorista además de mal patriota", y además dice que es "español por accidente, y sin el menor respeto por una bandera que es sudario para la libertad, la justicia y la igualdad". Bien, amigo Julio. La retahíla de piropos que nos pones a los que nos sentimos orgullosos de ser españoles es una opinión muy particular tuya. Lo de que si no formas parte de los corruptos, criminales, brutos, siervos, alienados y meapilas son considerados de malos patriotas, pues quizás lo pueda decir yo de gente como tú, ya que yo no me considero ningún corrupto, criminal, bruto, siervo, alienado o meapilas, y tú haces esa distinción. Si te sientes español por casualidad y no sientes nada por tu país, pues tienes una solución mucho más efectiva que escribir las barbaridades que escribes. ¿Qué país es, a tu juicio, un país donde te hubiera gustado haber nacido?

Yo no prestaría ninguna atención a tus palabras si no tuviera la certeza de que hay muchísimas personas que piensan lo mismo que tú pero que no lo saben escribir. Por lo tanto, si acaso llegas a leer mi réplica a tus palabras, no lo tomes como algo personal, ya que no te conozco. No me estoy refiriendo a tí. He utilizado tu síntesis para dirigirme a la masa de conformistas que opinan lo mismo que tú. Conformistas porque se valen de la primera tontería, el primer dato que pueda aportar a corto plazo una satisfacción a sus pseudo-ideales, y que ven en una serie de palabras bien conectadas un motivo para enarbolarlas y emplearlas para satisfacer sus paranoias. Da igual que esas afirmaciones no tengan fundamento. No importa, como siempre, la mentira, el oportunismo y la disuasión con tal de sentirse protagonista, portavoz de algo, aunque sea de la misma ignorancia. Todo vale la pena por conseguir una "decente" válvula de escape al resentimiento.

miércoles, 25 de julio de 2012

La actitud del buen cristiano


Pues claro que los que formamos parte de la Iglesia deberíamos dar ejemplo. Muchas veces me incomoda más el cómo que el mensaje que la gente quiere dar a entender en diversos campos, y pienso en si esa misma sensación también la tienen hacia mí los que no comparten mis ideas y mis principios. Si bien es verdad que está a la orden del día vocear, descalificar, quedar por encima de los demás... también es verdad que muchas veces no está claro lo que es el bien, cómo se llega a él o cómo nos deberíamos comportar cuando lo practicamos. Soy consciente de que en el caso de la Iglesia lo que más incomoda (a algunos, claro) no es el mensaje que se nos quiere hacer llegar. Ni siquiera creo que incomodan las obras que lleva a cabo la Iglesia. Cierto es que sí que hay gente, colectivos u organismos a los que sí que les gustaría que la Iglesia abandonase su misión. Pero lo que más le incomoda a algún sector de la gente que descalifica no es el mensaje, como digo, sino la actitud, el comportamiento, la forma de llevarlo a cabo, tanto de los responsables de la Iglesia como de los que la integramos, y eso nos lleva a una reflexión.

Los que estamos atentos a las palabras de los curas estamos hartos de escuchar cómo debemos hacer las cosas para hacer el bien y llevar a cabo la palabra de Cristo. Los curas nos dicen que tenemos que compartir, que tenemos que ejercer la caridad, que tenemos que llevar la paz al mundo empezando por los que nos rodean. Nos dicen que tenemos que practicar el perdón de forma tan natural que ni nos demos cuenta de que estamos perdonando. Nos dicen muchas cosas que si las cumpliéramos conseguiríamos poder ver la paz entre todos los hombres. Sería maravilloso. El problema está en que los que nos consideramos católicos muchas veces creemos que somos buenas personas porque estamos de acuerdo con esas palabras, no porque las apliquemos, y ese es el primer error. La paz no se consigue escuchando a la gente hablar de paz y asintiendo. La paz se consigue trabajando, día a día, pensando en cada momento que tenemos que ser consecuentes con aquello con lo que estamos de acuerdo, con los valores de los que probablemente presumimos. No es fácil, claro que no. No es fácil cuando ello requiere que nuestra actitud no sea igual a quien tenemos delante, ni nuestra forma de hablar, ni nuestra forma de mirar, ni siquiera nuestra forma de percibir los estímulos de nuestros sentidos. No es fácil tener templanza con quien nos provoca contínuamente, ni con el vecino que nos pone verdes cada día, ni con quien inyecta la política en nuestras diferencias y crea problemas. No, no es fácil ser buena persona ante estos baches. Ser buena persona se consigue interiorizando cada mensaje, proyectando hacia el futuro la felicidad que se tiene cuando se hacen las cosas bien, estimulando la conciencia. Ser buena persona es no saber que se es buena persona, y no decir que no lo eres, porque la humildad es desconocer tu pobreza, y no el hecho de saber encontrar las palabras  precisas para poder convencerte o convencer a los demás de que eres pobre. Perseguir la compasión y el reconocimiento de los demás ante todo no es una actitud cristiana.

Si le preguntamos a uno de tantos decepcionados con la Iglesia que por qué guardan con cierto desprecio a nuestra comunidad, es muy posible que te respondan que lo que más les repele es que mucha gente va a misa y comulga para tranquilizar su alma y su conciencia, pero luego "en la calle" no son un ejemplo en absoluto de aquello de que presumen. El error del decepcionado es juzgar a los demás, sí, pero los que formamos parte de la comunidad cristiana también tenemos errores. Si obtienes un beneficio ético de la Iglesia, debes ignorar lo que hagan los demás cristianos o si son buenos o malos. Pero por otro lado también es cierto que la Iglesia es comunidad, y necesitamos de esta comunidad para compartir y crecer. Si no estás a gusto con la gente que acude a tu iglesia, pues sentirás que los bancos del templo te son cada vez más incómodos. Eso es una realidad, y la verdad es que es un dilema. Es un dilema porque realmente el que va a la iglesia lo hace porque su corazón está necesitado. Dentro de nuestra imperfección necesitamos de la comunidad para tener el aliento de los demás y sentir que no estamos sólos. Necesitamos ver cómo los demás tropiezan para empatizar con ellos. Ahora bien: a la iglesia no va uno a calentar el asiento. Debemos empezar a tomar que está mal el hecho de ir a la Iglesia sólamente para estar de acuerdo con las palabras que allí se dicen. Un tipo se sube a un escalón y nos habla de perdón, pero mientras guardamos rencor al que tenemos sentado detrás de nosotros. Asentimos con la cabeza y nos decimos: "qué bueno que soy, que sé lo importante que es perdonar..." Por poner otro ejemplo; se nos dice que es mejor para nuestro espíritu dar limosna anónimamente (...que tu mano izquierda no se entere de lo que hace tu mano derecha...) pero realmente me gusta y disfruto sabiendo que el pobre al que le doy limosna ve que YO le he dado esa limosna, y no sólo eso, sino que encima quiero que vea mi cara de seguridad, de satisfacción, de comprensión. Limosna en forma de monedas, cuando el necesitado pagaría con esas mismas monedas por tener 5 minutos de conversación con alguien, reir o contar sus problemas. Pero no, mi dádiva es económica. Doy lo mínimo para decirle a mi conciencia que se calle de una vez; doy dinero. Y encima, para constatar mi supremacía sobre el mendigo le aconsejo que no se lo gaste en droga. Yo no tengo ningún problema y desde mi privilegiada situación puedo aconsejar en qué se tiene que gastar el mendigo MI limosna. Puedo llegar a ser más hipócrita aún y huir de él, con la autocomplacencia de no haberle dado dinero porque creo que probablemente se lo gastaría en drogas. No se, creo que muchos cristianos debemos aprender a dar limosna.



Mayor delito (o no) tienen quienes son los responsables de esta ética, los pastores que nos deben indicar no sólo con palabras, sino con hechos, el camino hacia la plena felicidad. Y haberlos haylos, y de todos los rangos. El verano pasado, en la JMJ tuve la tremenda suerte de asistir a unas catequesis que impartían unos obispos. A nuestro grupo nos tocaron tres obispos. Me emocioné como nunca me he emocionado (hasta el punto que quise estar sólo toda la tarde después de la catequesis para masticar sus palabras) con el obispo de la Diócesis de Oviedo, el monseñor Sanz Montes (franciscano tenía que ser...) Se ciñó con una elegante dialéctica al panorama actual de nuestra sociedad. No sólo me impresionó cómo este obispo tenía los pies en la tierra, sino que encima caminaba igual que caminaría cualquier cristiano, independientemente de su posición en la Iglesia. Abordó con humilde seguridad aquellos temas que nos trajo, y contestó a nuestras dudas con una actitud de afinidad e implicación alucinantes. En cambio, el obispo de Córdoba, de cuyo nombre no me acuerdo (Demetrio no se cuántos) no sabía dar una respuesta a lo que los jóvenes le preguntábamos. Le lanzábamos nuestras inquietudes, y este obispo respondía con una seguridad aplastante cosas que no tenían que ver con nada que no fuera lo que él había dogmatizado para sí mismo, su verdad, con una convicción y firmeza apabullantes. Los temas que este obispo trató junto a nosotros fueron la homosexualidad y el sexo (con una auditoría plagada de teenagers y acné, pues era de esperar) Su opinión acerca de ello poco tenía que ver con lo que en el Youcat se reflejaba (el cual estábamos leyendo simultáneamente muchos de nosotros), y más bien nada tenía que ver con lo que la corriente más realista y racional de la Iglesia piensa sobre ello. Ni la homosexualidad ni el placer del sexo se deberían asumir como lo más normal del mundo, pero tampoco como la mayor de las aberraciones que un ser humano puediera cometer. Tomarlo como ésto último es comprensible si procede del típico cura de la posguerra, con su túnica negra de paño y su sombrero bien calzao (dicho sea de paso que no pongo en tela de juicio muchísimos valores que existían hace 50 años y que desgraciadamente se han ido perdiendo) pero es que entonces las circunstancias eran otras. En cambio la Iglesia evoluciona. Los pensamientos erróneos sobre tantísimos aspectos de nuestro entorno también. Ni la práctica del sexo ni la homosexualidad son malas si no se convierten en vicio, de la misma forma que ocurre con el hecho de comer (que se convierte en gula cuando se hace viciosamente),  o la pereza (hecho de sobredosificar el descanso) Hablar de estos temas es controvertido, pero la Iglesia lo tiene que hacer; es su deber. El Vaticano se puede equivocar, que a nadie se le olvide, pero ya irá evolucionando para ir prudentemente encajando en la sociedad, marcándonos el camino de baldosas amarillas. Ahora se nos indican desde el Vaticano las directrices morales acerca de los temas de actualidad, y a nuestras diócesis llegan las instrucciones de cómo abordarlas. Los ministros de la Iglesia no pueden saltarse esas pautas e intepretarlas como les de la gana. De aquellas catequesis me vine muy reconfortado. Estoy muy emocionado y muy esperanzado al comprobar cómo y cuánto se ha despertado en el obispo de nuestra diócesis, el monseñor Yanguas, el espíritu de la juventud. Estoy seguro de que, si alguien pudiera percibir su discurso como algo rancio y excesivamente profundo, ahora, con la misma profundidad su mensaje entra como el agua, claro y fluído, y creo que gran parte de la culpa la tiene el gran esfuerzo que está haciendo para acercarse al mayor tesoro que tiene la Iglesia; su juventud. Estoy muy orgulloso de nuestro obispo Jose María Yanguas.
La Iglesia, afortunadamente se ha vuelto muy prudente con el tema del sexo o la homosexualidad. Ahora no se demoniza con estos temas porque ya se ha evidenciado que, por ejemplo, el sexo puede complementar la relación de una pareja, e incluso le puede aportar más plenitud y entereza, siempre y cuando no se convierta en vicio o en algo vanal, o se cree una dependencia que degrade la condición ética de cada uno. Con el tema de la homosexualidad todavía hay algo de ambigüedad en los propios responsables mayores de la Iglesia. El éxito principal en este caso radica en que se ha apartado aquel pensamiento de que la homosexualidad es un comportamiento demoníaco, cuyo ejercicio  degrada al indivíduo. Este éxito que la Iglesia está consiguiendo se echa por tierra cuando alguien con autoridad se lo salta, se retrae en el tiempo y lo convierte en algo intolerable, y encima lo hace con unas formas que repelen al ya de por sí un poco desencantado con la Iglesia. Automáticamente ello pasa a ser una bomba contra nuestra propia comunidad: "la Iglesia es homófoba" No sólo pasa esto con los aspectos que he puesto antes, sino con los que tratan acerca de la política, las demás religiones o el ejercicio de las virtudes. Es a través de éstas como realmente se completa la razón de ser de un cristiano. Nuestros obispos y sacerdotes deben adaptar su discurso no para que los cristianos afirmemos, estemos de acuerdo, aplaudamos o admiremos la oratoria de este responsable, sino para convencer, para despertar en el que posiblemente esté equivocado la inquietud por conocer la verdad. Enseñar, educar, evangelizar, ayudar, vivir o aprender resultan más fáciles si se ejerce la humildad, la paciencia, la castidad, la generosidad, la diligencia, la templanza y la caridad. Ser feliz es más sencillo mediante el modelo franciscano, y lo más mágico de esto es que es contagioso. Empezar a ser mejor persona entra por los ojos. Ser buen cristiano creo que no es una disciplina. Pienso que ser un buen cristiano es una actitud.


miércoles, 11 de abril de 2012

La Memoria Histórica Unipolar

En diversos medios se denuncian lo que se cree que es dañino para una sociedad. Si leemos la prensa veremos que ABC ve como un parásito de España a la República y lo que le rodea (la idea de República que hay en España, claro, que dista años luz de lo que significa una República en el resto del mundo moderno) Si leemos El País, serían las reminiscencias franquistas. En El Mundo lo peor de la sociedad son las armas, y en la Razón lo son las dudas que quedan del 11M, el pseudosocialismo o los sindicatos. Si vemos la tele, veremos que para Intereconomía el mayor enemigo de la sociedad son los perroflautas. Si vemos Televisión Española, lo peor es la televisión privada. Si ya preguntamos a la gente, hay tantísimas opiniones que posiblemente haya una que afirme que lo peor de la sociedad seas tú.

Hablando con mucha gente sale el tema de la dichosa "Memoria Histórica". Dichosa memoria... Comentaba con un amigo que la importancia que le han quitado los verdaderos protagonistas de la peor etapa de nuestra España moderna, se la han concedido los tan mencionados en mi blog "resentidetes" con el sistema del Universo. Pues sí, así lo creo. Si un éxito se puede destacar de aquella ácida etapa, fue el magnífico pacto no escrito que nuestros abuelos hicieron para no alentar el odio que ahora tenemos. Quiero que quede claro que yo no digo que se haya olvidado; digo que se quiso dejar aquello a merced del viento para que el sentimiento de odio que se generó en esos malditos años fuese dispersado por el tiempo. Nuestros abuelos murieron con esa tranquilidad. Pero no. Esclavos de las modas, volvemos a arrodillarnos ante los que les gustan los catálogos, desplazando a la gente, como si fueran prendas de ropa, hacia el mostrador de tal color o tal otro, si tus padres piensan así, si tu fe es esta u otra, si tus hábitos son estos, si vistes así o asao o si en tu blog escribes ciertas cosas. El caso es catalogar. Malditos catálogos... Los jóvenes somos muy vulnerables a los catálogos, ¿no os dáis cuenta, insensatos resentidos? ¿No te das cuenta, Llamazares de turno, Zapatero de los huevos, Willy Tolerdo, que estáis despertando una inquietud en los vulnerables que realmente no existe? ¿Por qué jugáis con el dolor de los que han perdido a sus padres o hermanos, para cicatrizar una herida que sólo existe en vuestra imaginación? Sí, en vuestra imaginación, porque la herida que queréis curar no es la que decís (recuperar la dignidad de los muertos del Franquismo) No. La herida que queréis curar es la de sentiros perdedores. Sí, os sentís perdedores de una guerra que no habéis conocido. Y sí, existe en vuestra imaginación porque no os podéis ni imaginar (ni yo) el dolor que pululaba en el ambiente de aquella contienda. ¿Muertos en el Franquismo? No me hagáis reir... ¿Insinuáis que el dolor tenía sólo un color? ¿Acaso pretendéis crear el bando de "los buenos"? ¿Realmente creéis que en España tuvimos lo que en Alemania? Lección de historia nº1: En Alemania hubo un loco (bando de los malos) que, fruto de un hechizo demoníaco (o algo así debió ser) se empeñó en aniquilar a 2 millones de personas por su raza (bando de los buenos), escribiendo el peor episodio de la historia de la humanidad. En España hubo un loco (bando de los malos) que fruto de la situación política, llevó a cabo una sublevación militar contra una mierda de república (bando de los malos) lo que condujo a una guerra que acabó con un circo y dió comienzo a otro que duró 40 años (libre interpretación a qué circo era menos malo) Se mataron a buenos y malos, pero alentados por malos y malos, no por buenos y malos. Esa es la herida auténtica que tiene España, no unos pocos españoles. Una herida tan dolorosa que los realmente protagonistas quisieron hacer propia y llevársela a la tumba. A unos pocos esa herida les escuece. Aún hay mucha gente que tiene a sus antepasados en fosas comunes, desperdigados por la geografía española. A esos familiares la herida de sus padres y abuelos les escuece, y es normal. Bueno, pues he aquí otra de las muchas consumaciones de la hipocresía que tan a la orden del día, desafortunadamente, nos tienen acostumbrados los fenómenos de la manipulación; pomada para unos pocos. Se de lo que hablo. Pomada en forma de ley cuya receta sólamente se otorga a quien enarbole una bandera que representa a uno de los bandos malos (sí, de los malos, no pongáis esa cara de sorprendidos) Alivio para los que nadie les replica, cuyo objetivo no es aliviar, sino hipnotizar a quienes vendan su sensibilidad a cambio de un rédito político. ¿Es capaz de recordar esa "memoria" a los oprimidos por la República de igual forma que recuerdan a los que han sido oprimidos por Franco?
¿Tiene alcance ese "recuerdo" para los curas, seminaristas, monjas, religiosos o católicos asesinados por su fe? Recuerdo que ellos no tienen hijos que vayan a por la "receta". ¿Tiene ojos la paranoia zapateril para recordar lo que pasó un mes de diciembre de 1978? Parece ser que no. Me da a mí que esa "memoria unipolar" va dirigida a una juventud que no piensa, que crece cuando la riegas con el agua del resentimiento, que se hace más fuerte si la sacas a Sol, que le encanta la fotosíntesis, sobre todo cuando las fotos sintetizan conceptos tan antiguos como "la lucha de clases", "el obrero contra el patrón", "arriba la revolución", "el cáncer capitalista", "juventudes anarquistas" o "juventudes comunistas", las cuales tienen lógica en manifestaciones amenizadas con el Himno de Riego, A las Barricadas o La Internacional.

Pues para mí la "Memoria Historica" hace daño a la sociedad. La daña porque su esencia es otra muy diferente a su apariencia. Esa memoria nos arrastra hacia un pasado que bien poco desearían los que precisamente lo vivieron. Esa memoria cataloga, y sirve para que los ignorantes engañados se conviertan en catalogadores. Esa memoria envenena la memoria, nos impide caminar. Nos nubla los ojos, nos crea nuevas heridas, no alivia. Como una gangrena, se extiende a los demás miembros. Se transmite a la religión, a la sociedad, a las nuevas generaciones. Crea tabús y sepulta la lógica. Pobres manifestantes... en vez de arreglar y luchar por el presente redecoran el pasado para diseñar el futuro. Y encima se sienten orgullosos... Qué le vamos a hacer...

martes, 27 de marzo de 2012

Refresco

Ahí va una sencilla oración de la maravillosa Gloria Fuertes. En adelante pondré algo sobre este grandísimo personaje.


Que estás en la tierra, Padre nuestro,
que te siento en la púa del pino,
en el torso azul del obrero,
en la niña que borda curvada
la espalda, mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En el surco,
en el huerto,
en la mina,
en el puerto,
en el cine,
en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
donde tienes tu gloria y tu infierno
y tu limbo; que estás en los cafés
donde los pudientes beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en un banco del Prado leyendo.
Eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.

Padre nuestro que estás en la tierra,
en la cigarra, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.

Padre que habitas en cualquier sitio,
Dios que penetras en cualquier hueco,
Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos
los que luego hemos de ver,
donde sea, o ahí en el cielo.

jueves, 22 de marzo de 2012

Nacer porque está cerrada la farmacia

La triste realidad de nuestra conciencia pasa por negar aquello que no somos capaces de ver. Ello tiene una curiosa simetría con la ausencia de fe de esta nueva sociedad. Saturados de información, tanto de la que necesitamos como, sobre todo, de la que no necesitamos, apartamos de la mesa aquello que no percibimos con los sentidos, es decir, lo que no es material. Si a esto le sumamos la tremenda manipulación de muchos medios, organismos y fenómenos afines, sobre todo, a la juventud, nos encontramos que algo que nos confirma la misma ciencia (la que sí que sólamente se basa al 100% en lo que se puede percibir por los sentidos) también es reducido a cenizas.

He hablado con mucha gente que justifica el aborto y ninguno es capaz de defender el argumento (también llamado "excusa") que toma para ello, de manera que topicazos como  "todavía no es persona", "no ha desarrollado aún los sentidos" o "la madre decide" se van al garete con réplicas como "cuándo se empieza a ser persona", "¿tienen derecho a la vida los sordos, mudos, deficientes o parapléjicos?" o "yo soy hijo de mi madre, ¿le da derecho ahora a matarme?" Basta de hipocresía, hombre. Cada una de esas excusas sirven para despistar aún más a los que aún están en la escuela, los que están aprendiendo. Si un profesor expone a sus alumnos el dilema de si una violación puede servir como excusa para abortar, se está planteando realmente la posibilidad de valerse de una desgracia para justificar un delito. Para empezar, la inmensísima mayoría de los abortos cometidos en nuestro país no provienen de violaciones, por tanto aparquemos absurdos supuestos que no sirven para nada. Lo segundo, hay que hacer hincapié en que si una violación supone un trauma (un penoso trauma que conlleva una penosa consecuencia) optar por el aborto carece de sentido puesto que es un asesinato que agravaría la ya de por sí traumática violación. Alguien me podría plantear lo siguiente: "claro, como no te ha pasado a tí... Me gustaría verte en la situación de la mujer que ha sido violada..." Pues no debe ser fácil ponerse en esa situación. Es fácil que una mujer vea en ello una salida evidente y rápida, pero hay que ser cauto, puesto que también sabemos que si alguien, por ejemplo, cometiese un crímen contra algún miembro de nuestra familia, nuestra reacción sería la venganza, aún sabiendo que nuestra ley no nos lo permite, aún sabiendo que matar a un asesino no lleva a ningún sitio (por ello en los países más civilizados se ha abolido la pena de muerte) En frío todo el mundo condenamos la pena de muerte. Todos consideramos un país como digno y civilizado si no tiene en sus códigos penales la muerte como pago a un delito. Por ello, pues, no nos confundamos al creer que se puede disolver el dolor (o incluso aliviar) de una violación cometiendo un asesinato, porque lo que ocurre siempre es que el dolor se duplica. No sólo lo dicen los profesionales de la psicología; lo dicen las víctimas.

Llevando la polémica a algo más cercano que una violación, escuchamos el clásico "la madre es libre para decidir", la típica coletilla del que quiere formar parte del rebaño progresista, el que priva precisamente de libertad a aquel que ya ha empezado a vivir. Recordemos que la ciencia fija el inicio de un ser humano en el momento en el que se crea una nueva cadena genética que se corresponde con una de la especie "humana", es decir, desde el mismo punto de la concepción, en el cual, fruto de la unión de dos células se genera una nueva con un nuevo ADN. Ese es el punto desde el cual la ley debería proteger la vida humana (ya lo hace, por ejemplo, para proteger la vida de muchos animales, como por ejemplo, el lince ibérico, ¿os acordáis?) Si preguntamos a un católico (o a cualquiera que tenga una forma de pensar un poco más profunda y extraterrenal) por el momento en el que una persona adquiere su condición humana, probablemente te responda que una persona lo es desde el momento en el que existe en la mente de sus padres. La única legislación que regularía entonces la vida sería el sentido común y la propia condición ética del indivíduo. Tanto si queremos ser amparados por una ley o por otra, la afirmación de que la madre es libre para decidir sobre la vida de su hijo la podríamos extrapolar y veríamos el dislate que sería decir que cualquier madre puede matar a sus hijos o nietos por el mero hecho de que son su "propiedad". Así de crudo, así de absurdo y así de claro. Pero somos tan pseudomaterialistas que optamos, sin ser capaces de decirlo, por defender el aborto en los casos de embarazos de menos de 14 semanas porque lo que hay dentro aún no se parece a nada, porque nuestra conciencia aún no le pone cara a la criatura y porque siento el respaldo de muchos millones de personas que piensan como yo. Un cigoto no es un ser humano porque aún YO no le he asignado sentimientos. No es un ser humano porque no me lo imagino. No es un ser humano porque es tan pequeño que yo no podría verlo. No es un ser humano porque hay una caterva de presumidos sabelotodos que afirman que no lo es. Dicha afirmación aliña la incomodidad que me causaría ser madre o padre tan jóven, o sin dinero o sin esperanzas. No debe ser tan malo cuando hay tanta gente que piensa que estar embarazada es tener un ser "no vivo" en  el seno de una. Mal de muchos, consuelo de tontos.

El colmo de esta hipocresía tiene forma de píldora. La misma que se receta por televisión o por internet, la que toman los enfermos de moral, el placebo de la indiferencia. De una persona que no muestra respeto por sí misma ni por su integridad como persona se puede esperar que no lo muestre por otra, aunque ésta se aletargue en su seno. Así pues, argumentos como la dificultad económica, las penurias que atraviesa la sociedad o afirmar que por el hecho de ser un hijo "no deseado" se convertirá en un hijo "no querido" sirven de catapulta que llevará a la desafortunada (afortunada para muchos, no desesperemos) a una farmacia para sepultar un poquito más de esta dignidad que tanto ridiculiza Wyoming. Sería, pues, un fracaso para nuestra sociedad tener entre nosotros a una persona que haya nacido porque todas las farmacias estaban cerradas.

lunes, 16 de enero de 2012

El viaje de vuelta de un Mago

Levantó la mirada y vió acercarse al que hace tiempo pudo ver con aquello de que ahora carecía.
-Majestad, nos alegramos mucho de su regreso.
-También me alegro yo de volver.
-¿Ha sido fructífero su viaje? ¿Encontró aquello que iba buscando?
-Con las estrellas me fui y con las estrellas vuelvo. Un gran acontecimiento fui a buscar y el mejor acontecimiento me sorprendió en mi búsqueda.
-¿De qué acontecimiento me habla, Majestad? ¿Tiene que ver con el Firmamento?
-Pues en parte sí. Todo aquello por lo que yo me guiaba me llevó a un lugar donde descubrí, junto con mis amigos, el misterio que devolverá la paz al mundo. No se cómo ni por qué, pero la esperanza ha invadido nuestros corazones.
-Se marchó con una corte de pajes y camellos, y ahora regresa sin su compañía. ¿Ha ocurrido algo, Majestad?
-No, amigo. Creí necesitar una ayuda que luego no fue necesaria. A lo largo de mi regreso comprendí que todo aquello con lo que yo cargara se convertiría en un peso con el que yo sólo tendría que acarrear. Y aquí me ves, fuerte y ligero como nunca, feliz y esperanzado. Ojalá toda la humanidad hubiera viajado conmigo...
-¿Y qué fué aquello que le hizo desprenderse de lo que creía que necesitaba pero luego descubrió que no?
-Fue algo grande, amigo mío. Iba yo buscando aquel momento preciso. Las cartas me indicaban que iba por el camino correcto, y las máquinas de Melchor me daban la razón. Todo marchaba perfecto, los números no estaban equivocados, pero a medida que pasaba el tiempo íbamos teniendo un presagio de que nada ocurriría. En el cielo las estrellas nos dejaban cada vez más de indicar ese momento. Cuando todo parecía haberse apagado y una vez agotada la esperanza, perdidos en una aldea, nos sentimos atraidos no por un estímulo matemático ni por lo que el cielo nos mostraba. Ni siquiera nos sentíamos atraídos por nuestra intuición. Lo que movía nuestros pies fue una sensación. Es como si a nuestro cuerpo lo empujara una brújula desde nuestro interior que nos llevaba hacia un lugar. En ese lugar comían los animales. No era una montaña. No era un valle. Tampoco nos encontrábamos en el delta de ningún río. Nuestro corazón nos llevó hacia un lugar donde olía mal. En aquel establo, entre el calor de un rebaño de ovejas y vacas descansaba una pareja a la que el frío no había sido capaz de borrar el semblante de serenidad. ¿Cómo iban a estar de otra forma? ¡Aquella hermosa mujer acababa de parir entre aquellos animales! Ninguno de nosotros fue capaz de articular palabra alguna. Melchor encendió incienso para apaciguar el olor a estiércol de aquel establo, pero aquel gesto nos estremeció a todos, incluso a los pastores que estaban acostumbrados al hedor, que poco a poco iban acudiendo, creo, con la misma espectación con la que acudimos nosotros. Melchor dice que tiene la sensación de haber hecho el viaje con el único fundamento de encender aquel polvo de incienso en ese establo. Imagínate cuánta serenidad y cuánta paz nos embriagó que ninguno de nosotros tuvo la sensación de que el tiempo pasase aquella noche. Todos contemplamos aquel acontecimiento con la certeza de que el alumbramiento fue un milagro. El nacimiento de aquella Criatura parecía haber sido algo grande, algo maravilloso. La madre alargó sus brazos, con el Niño entre ellos, y me lo ofreció. Yo creo que ella quería que yo tuviese la oportunidad de poder abrigar al Niño entre mis túnicas un rato. Fue entonces cuando sentí tanta dicha como en ningún momento de mi viaje. Ningún descubrimiento del Firmamento ensanchó tanto mi pecho como el instante de tener a aquel Niño entre mis brazos. Entonces yo, que todavía portaba en mis manos las monedas y las planchas de oro que guardaba para mi regreso, las dejé en el suelo que vio nacer al Nazareno. Las rubias monedas que tuve que dejar para coger al niño tenían el mismo valor que la rubia paja que comían las vacas, más en el suelo fué donde el oro se separó para siempre de mis manos. Bendito cambio, amigo. Aquel gesto sació en mí la necesidad de cualquier cosa. En mi corazón sólo hubo deseos de llevar esa hermosa sensación a todos los rincones del mundo. En mi regazo, aquel Niño no dejó babas ni mocos, sino un mensaje de paz y de amor, así como yo no devolví a la madre sólamente a la Criatura, sino también el compromiso de llevar ese mismo mensaje por todo el orbe. Yo buscaba explicación al Firmamento y a sus fenómenos, y en esa búsqueda descubrí la razón de mi ser. La magnitud de las estrellas pasan desapercibidas en un pesebre, y presenciar aquel Nacimiento nos hizo iguales a todos cuantos contemplábamos a la Santa Familia. Gente de diferentes culturas albergábamos el mismo sentimiento en nuestro corazón. Algo en este mundo va a cambiar y todos debéis saberlo. Yo regreso a mi pueblo con los primeros brotes de la primavera, y como semilla del mejor árbol, os traigo la Noticia de que el Hijo de Dios nos trae la paz, para que nosotros, impuestos sembradores, la hagamos germinar allá donde vayamos.
-Es un bello testimonio, Majestad. Me hubiera gustado también haber podido tener la posibilidad de presenciar el Nacimiento del Nazareno. Tendría ahora mucho orgullo de haber cargado con su equipaje, pero no tuve valor a ofrecerme.
-La inquietud que yo tuve por conocer los cielos fue lo que me llevó a lo más grande. Hacerme preguntas y querer encontrar sus respuestas se convirtió en el principal impulso de mi camino, y donde menos podía imaginar encontré la razón de mi existencia, del mundo y de todo cuanto nos rodea. En la pobreza descubrí que habitaba la felicidad de aquella Gente. Ello quiso Dios que fuese el instrumento de su mensaje, y nosotros los enviados que repartamos esa esperanza al mundo confundido por el poder, por la diferencia, por el dinero y por las fronteras. No es más hermoso mi testimonio que hacerlo material. Después de mi viaje debo sentir el gozo de ver unidos a los hombres por el amor, no por las leyes, de verlos hablar de respeto y no de patria. Quiero experimentar la satisfacción de pertenecer a un pueblo en el que cada uno reciba la ayuda de su vecino antes que de las estrellas. No busques al Nazareno en países lejanos, amigo, sino entre nosotros. No viaja el que quiere conocer muchas cosas, sino el que todavía está esperando encontrar algo que quizás no sepa que busca. Por ello, querido amigo, atrévete ahora, al igual que Melchor, a llevar tu instrumento a cada persona que no tiene respuestas. Sé tú quien impulse a quien encuentres en tu camino a asomarse a su corazón. Muéstrale el placer de sentirse desnudo bajo las estrellas, porque la pobreza es el camino más corto para poder vernos iguales. Es ese el trayecto más seguro para llegar a la verdad. Atrévete a hablar de Dios, de paz y de amor. No temas, paz y amor es lo que buscan todas las criaturas de la tierra. Muchas de ellas aún no lo saben.