Eran las siete y cinco de la tarde y ya había recogido al
tercer blablacar para viajar a Valencia. A dos ya los había llevado antes, pero
una era nueva. -Eres estudiante, ¿verdad? -Sí que lo soy, de Trabajo Social, ¿y
tú? -Yo voy a Valencia una vez por semana a ensayar -¿A ensayar? ¿Tienes un
grupo en Valencia? -Sí, desde hace unos cinco años -¿Y vas todas las semanas a
ensayar hasta Valencia?
En casi todos los viajes hay que contar la misma cantinela
para que nos conozcamos, y cada vez que cuento por qué voy a Valencia me
resulta un poco difícil que me entiendan. Unas veces lo intento contar de una
forma, otras de otra, y aunque ellos fingen en seguida que entienden mis
viajes, en el fondo sé que muchos piensan "mira el flipao este… A Valencia
a ensayar…" Muchos me preguntan que si no tengo aquí grupo en Cuenca, pero
yo les digo que lo tenía, pero que no era lo mismo, a pesar de que un día sí
que lo fue. Pues sí, a Valencia, a limpiar las alas que necesito para volar,
esas alas que los que conocemos el dulce néctar de la flor de la música
necesitamos para poder beberlo y sobrevivir en nuestro día a día, en el que
todo está condicionado por todo, donde hay veneno en cualquier círculo, veneno
que entra por todos los sentidos: por la nariz, por la piel, por los ojos y por
los oídos. - ¿Y no vuelves cansado tan tarde a Cuenca? -Pues más que cansado,
como vuelvo es recompuesto y lleno de paz. -¿Y los domingos también ensayáis?
-No. Hoy es un día especial, porque hoy tenemos concierto. Hoy vamos a poner el
broche de oro a un programa que hemos trabajado mucho, y en el que tenemos un
sentimiento especial. Es especial por tantas cosas…
VoceArte es una preciosa casualidad del orden del Universo
donde un montón de colores explotan y crean felicidad. Muchos de esos colores
los pinta la mano de un entusiasta con barba y pelo de chica. Jaime es una
persona cuyo mérito pasa desapercibido. No es fácil encontrar personas jóvenes
con la virtud de la templanza, y Jaime tiene mucha templanza y paciencia. Como
digo, son virtudes de las que no suelen colaborar a que una persona destaque
sobre el resto del mundo, pero que sí que hacen que las personas de su entorno
sean un poco más felices. Jaime ha confiado en un grupo de ángeles y zoquetes y
ha humanizado a los ángeles y adiestrado a los zoquetes. Yo, que soy del grupo
de los zoquetes, me he sentido realizado y pleno, pero no sólo musicalmente,
sino personalmente, y gran parte se la tengo que agradecer a Jaime. Ángeles,
rizos y tinajas también son colores que me han hecho encadenarme a esta ciudad
y no querer dejarla por nada en el mundo.
VoceArte ha mantenido siempre una fuerza que se palpa desde
afuera. Es uno de esos grupos que los hueles y sabes que atrapa. Cada uno tiene
su rol, y todos, a pesar de que muchas veces fingimos que no, somos
imprescindibles. Somos imprescindibles porque duele, a mí al menos, cuando alguien
deja el grupo. Me hubiese gustado que Jose, Josep, Gustavo, Elisa o Cristina no
hubieran dejado de pintar en este cuadro, pero Carles y Dontee aliviaron la
desazón de esos huecos. Todo sale bien. ¡Es que es VoceArte!
De tanta borrachera de lo divino, ahora le toca el turno a
lo humano, y lo humano redirecciona nuestras vidas, cambia de lienzos y hasta
de soportes. Lo humano pincha el alma de la gente y crea nuevas ilusiones a
todo aquel que quiere ser feliz y hacer feliz a los demás. Y le pincha también
a los que tienen templanza y paciencia.
Jaime, yo personalmente, y seguro que todos los del grupo,
te estamos muy agradecidos por crear esto que hoy nos dejas. Nos has regalado
todas tus virtudes y has hecho de ellas un aglomerante que a VoceArte le ha
aportado mucho valor. Te damos las gracias por habernos enseñado tantas cosas,
por confiar en programas ambiciosos, por no conformarte con lo que no es
música, por tu paciencia, por tu bendita paciencia. Tus nuevas ilusiones te
llevan a reconsiderar tu escala de valores, y en tu primer escalón está
Cristina y Valentina, duros competidores de VoceArte. Con Valentina, recibiendo
los valores de sus padres, hará que este mundo, en un futuro, sea mejor del que
tenemos ahora mismo. Segurísimo. Tus inquietudes laborales y musicales también
te dan la razón de que hay otros colores nuevos por descubrir, y desde este lienzo,
los monigotes de colores que has pintado durante cinco años te desean lo mejor.
Esperamos que vuelvas cuando puedas y te pongas otra vez al timón. Lo digo en
serio. Espero que vuelvas y nos dirijas. A VoceArte, sí, a VoceArte, porque
estaremos ahí esperándote. VoceArte va a seguir con la inercia que tú has
imprimido, y tiraremos para adelante intentando conservar la santa esencia que
tiene desde su origen. Y te estaremos esperando. ¡De hecho ya llegas tarde!
Tienes todo nuestro respeto y reconocimiento. Te deseamos
que sigas siendo feliz y sigas haciendo felices a los demás. Aunque no tengas
tiempo de dedicarte a VoceArte, esperamos que sigas involucrado al grupo como
un miembro de honor, al menos de Whatsapp, y si sigues teniendo ideas para
sorprender que nos las cuentes. Como dijo E.T. "estaremos ahí mismo".